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Yo, la peor de todas.




Hay escritores que nos provocan envidia, que nos sacuden las fibras cuando leemos sus geniales frases, sus relatos provocadores, premonitorios, versos que desgarran que pasan a la inmortalidad y después son etiquetados como "clásicos".


"Yo, la peor de todas" es una de las que tengo acuñada. Sor Juana Inés, fue una escritora que rompió cánones de la época, lo hizo por partida doble, por ser religiosa, mujer y tocar temas sobre el erotismo místico en el 1600 cuando era impensable que las mujeres escribieran sobre sus deseos, miedos y pensamientos, peor siendo una religiosa consagrada. Particularmente este poema ella se autoflagela, desde la culpa muy interiorizada por el catolicismo férreo. Acá el texto:


"Aquí arriba se ha de anotar el día de mi muerte, mes y año. Suplico, por amor de Dios y de su Purísima Madre, a mis amadas hermanas las religiosas que son y en lo adelante fuesen, me encomienden a Dios, que he sido y soy la peor que ha habido. A todas pido perdón por amor de Dios y de su Madre. Yo, la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz".

Este fragmento, resume el "mea culpa" que tiene la monja por su desafío al escribir no solo poesía, también, escribió auto sacramentales, prosa, teatro. Su devoción literaria entró en conflicto con su vocación religiosa.


Cuántos creadores no vivimos esta misma crisis? Cesar Pavese, dijo "El único modo de salvarse del abismo es mirarlo, medirlo y sondarlo y bajar a él".


Midió ese abismo Sor Juana Inés? esto le provocó serias dudas de su vocación religiosa? descendió a la profundidad que señaló Pavese?


Muchos siglos después, las interrogantes para todo el que escribe literatura, sigue vigente. Esta dicotomía entre tener un oficio para pagar nuestras cuentas y dedicarle nuestras horas de descanso, o fines de semana a una obra, es una faena demandante la cual va dejando algunos cuerpos tendidos en la férrea batalla de mantenernos a flote creando.


Por un lado la creación artística es un acto de terquedad, principalmente en países tercermundistas donde el oficio ha sufrido la colonización del mercado, de las agendas sociopolíticas, las academias, las poses y mitos sobre lo que significa crear. Por otro lado, qué implica desdoblarse, salir tras los bastidores y mostrarnos como somos, enmascarados o no de nuestro "alter ego" apocopado como " poeta" pero asumimos el riesgo de decir, de expresar una idea, un planteamiento, contar una historia, exponer con lenguaje poético nuestras miserias, anhelos, vicios y añoranzas.


Qué tanto ha influenciado esa sentencia del pecado cuando se persigue lo que se quiere? sirve de algo la autoflagelación, ese "mea culpa" cuando no se siguen los cánones o patrones esperados o impuestos. El escritor deber cumplir un capricho hedonista, una función social, o simplemente desgarrar su imaginación para entretener con un diálogo al lector. Pero sobre todo, cómo trascender en el tiempo? cómo lograr que el vértigo dudoso se diluya entre las páginas sin grandes pretensiones, solo enfocados en el texto, en la captura de un instante, darle vida a esos personajes y ellos mismos se inmortalicen.


Debemos pedir perdón por lo que hacemos o lo que escribimos? conjugar una profesión, una pasión tiene que provocarnos culpas, este planteamiento desde lo judeo cristiano ha permeado la poesía, la literatura. Pero en estos momentos, las autoflagelaciones devienen por otras circunstancias, el dedicar mucho tiempo a algo que realmente no genera ganancias, salarios o una plaza fija para dedicarse a investigar, escribir ensayos, escribir, simplemente escribir.


"La peor de todas", sentencia Sor Juan Inés, indica esa ruptura que ella hace no solo con sus hermanas en la fe, sino también con el género femenino, rompió los roles y igual que la historia de Penélope, tejía y destejía con palabras todo un género literario, además de ser pionera de mujeres dedicadas a la escritura. Siglos después, pareciera que romper con esos cánones sigue siendo el mayor reto no solo para quienes tercamente se dedican al oficio, requiere de más coraje de parte de las mujeres para no abandonar la carrera en el intento.


Son muchos ejemplos de escritoras del país y la región que sus obras , aunque de gran calidad literaria, se circunscriben a lo sumo a 3 libros publicados. Si las condiciones fueran distintas no solo tendríamos más títulos, sino todo un engranaje intelectual y literario. La realidad es otra.


No obstante, hay quienes comulgamos con la sana terquedad de no rendirse y aquí estamos.


Diciendo, lo que en silencio meditamos, lo que nos dictan los insomnios pero sobre todo lo que creemos que en algún lugar alguien nos leerá.


Bienvenidos a este nuevo espacio.








 
 
 

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